70 años y flexible como el primer día: la rueda abrasiva de Klingspor fue introducida en el mercado en el año 1954 y sigue despertando entusiasmo en la actualidad en aplicaciones que requieren flexibilidad y una superficie fina.
El diseño de la rueda abrasiva es tan sencillo como genial: un gran número de pequeñas láminas abrasivas están dispuestas radialmente alrededor de un centro y fijadas allí con la ayuda de resina sintética. Mediante una espiga, un alojamiento integrado o una pletina de sujeción, la rueda abrasiva se fija entonces en una máquina en la que gira con un elevado número de revoluciones.
La rueda abrasiva tiene la ventaja de que, gracias a las láminas abrasivas individuales, es muy suave y flexible. Mecaniza la superficie de la pieza sin someterla a un esfuerzo excesivo. Por este motivo, apenas se forman estrías de rectificación y el resultado del lijado es particularmente fino.
Lo que empezó como una idea ingeniosa se fue convirtiendo rápidamente en uno de los productos más populares de Klingspor. En la actualidad, esta rueda abrasiva está disponible en más de 200 versiones distintas, como rueda abrasiva para el banco de amolar, como cepillo mil hojas para la amoladora angular o como rueda abrasiva de láminas plegadas para el uso en la amoladora recta.
Carl Klingspor describió el funcionamiento de la rueda abrasiva en diciembre 1956 en la revista «Der Kronenschleifer»: «Desde finales de 1954 estamos comercializando nuestra rueda abrasiva. Esta herramienta abrasiva está compuesta por múltiples láminas individuales. Para poder fijar las láminas de manera que no puedan soltarse posteriormente en el proceso de lijado hemos realizado extensos ensayos. Ahora, las hojitas se reúnen en bloques, fijándolas en una zona de fijación con la ayuda de resina sintética o aglutinante de cola. Estos bloques se sujetan entonces en un mandril de sujeción, formando un cuerpo abrasivo redondo que es apropiado para el uso versátil en máquinas portátiles o fijas».