La soldadura láser, antes reservada a uniones metálicas de altísima responsabilidad, e integrada en instalaciones automáticas capaces de la máxima precisión, está hoy al alcance de todo tipo de empresas transformadoras de piezas metálicas.
Su operativa manual, el sencillísimo manejo, y la regulación simplificada al máximo permiten soldaduras hasta hace poco impensables, sobre todo en chapa fina, en que la deformación es ahora prácticamente inexistente.
Sus principales características son: cordones estrechos (con o sin aportación), aplicación en todo tipo de materiales (acero al carbono, acero inoxidable, aluminio, latón…), altas velocidades de soldeo, no precisa repasado posterior, presencia inmejorable…
Un adecuado ejemplo de esta aplicación son las letras corporativas. Por sus características, se fabrican en materiales ligeros (muy habitualmente aluminio), espesores finos, y con juntas realizadas en el interior; la unión de las chapas debe ser resistente, pero la soldadura no se debe asomar al exterior; el calentamiento tendrá que ser muy contenido para evitar deformaciones en geometrías a veces grandes o complicadas…
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